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martes, 21 de mayo de 2024

LA FIESTA DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD

 

 

El domingo después de Pentecostés se dedica a la Santísima Trinidad. Es el lugar más apropiado del año litúrgico para esta celebración. Por el Espíritu Santo llegamos a creer y a reconocer la Trinidad de personas en el único Dios. Habiendo celebrado todos los misterios de Cristo, la Iglesia echa una mirada de agradecimiento a la obra completa de la redención. Desde la contemplación de las obras maravillosas de Dios nos volvemos a considerar la vida interna de la Divinidad. 

 

 

 

 

 

 

 

HISTORIA DE LA FIESTA Esta fiesta comenzó a celebrarse hacia el año 1000, tal vez un poco antes. Parece ser que fueron los monjes los que asignaron el domingo después de Pentecostés para su celebración. Anteriormente existía una misa votiva y oficio en honor de la Trinidad pero no día de su fiesta como tal. Las iglesias diocesanas comenzaron a seguir el ejemplo de los monjes benedictinos y los cistercienses y, en los dos siglos siguientes, la celebración se extendió por toda Europa. En 1334 el Papa Juan XXII la introdujo como fiesta de la Iglesia universal. 

 

 

 

SIGNIFICADO DE LA FIESTA El objeto de la fiesta no es una realidad abstracta. Lo que adoramos es el Dios vivo en que vivimos, nos vemos y existimos. Las personas divinas de la Trinidad no son extrañas. Por el bautismo participamos en la vida de Dios, entramos en relación personal con el Dios uno y trino. La gracia bautismal nos incorpora a Cristo, nos llena con su Espíritu, nos hace hijos de Dios. En una meditación sobre la Trinidad, santo Tomas de Aquino afirma que por la gracia no sólo el Hijo sino también el Padre y el Espíritu Santo vienen a morar en la mente y el corazón. El Padre viene fortaleciéndonos con su poder, el Hijo, iluminándonos con su sabiduría y el Espíritu Santo, con su bondad, llena de amor nuestros corazones. 

 

 

 

 

 

La Santísima Trinidad es ciertamente un misterio pero un misterio en el cual nosotros estamos inmersos. Es un océano que no podemos esperar abarcar en esta vida. Incluso en la eternidad será insuficiente para agotar sus riquezas. A la luz de la gloria veremos a Dios cara a cara, pero no será una visión estática sino una exploración sin fin. ¿De qué manera hemos de aproximarnos a este misterio? ¿Comenzamos por la unidad de naturaleza o por la trinidad de personas? Probablemente nos inclinaremos a comenzar por lo primero. Durante siglos la enseñanza de la Iglesia ha acentuado la unidad del ser. Así se hacía también en la catequesis popular. Una oración popular irlandesa traducida por Tomás Kinsella, ilustra esta idea: Tres pliegues en una sola tela, pero no hay más que una tela. Tres falanges en un dedo, pero no hay más que un dedo. Tres hojas en un trébol, pero no hay más que un trébol. Escarcha, nieve, hielo..., los tres son agua. 

 

 

 

Tres personas en Dios son asimismo un solo Dios. Icono de la Trinidad de Rublev En contraste con esta idea podemos considerar el famoso icono ruso de la Trinidad pintado por Rublev. Representa la escena descrita en Gn 18,1-18 en la que Yavé se aparece a Abrahán bajo la forma de tres ángeles. Es éste un hermoso retrato místico de la Trinidad, en el que la distinción de las personas y sus relaciones mutuas se transmiten utilizando gran delicadeza de colores y formas. 

 

 FUENTE: Vicent Ryan en el libro "Pascua y fiestas del Señor" Ediciones Paulinas 

 

 

LA SANTÍSIMA TRINIDAD EN LA PINTURA

ACTIVIDAD I. ACTIVIDAD.II-

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