En la Antigüedad se creía en los poderes sobrenaturales
de la música.
El ritmo, la melodía, el sonar de los instrumentos,
la voz cantante, parecían productos de un don divino,
con una fuerte influencia en la vida: desde cantos y
danzas para que los dioses enviaran lluvia o caza,
a la cura de enfermedades gracias a las invocaciones sonoras.
Son numerosos los ejemplos de la música utilizada como puente
entre la tierra y el cielo.
Existe una creencia que aún hoy puede encontrarse y es
la función que cumple la música como acompañamiento de
los ritos eclesiásticos.Todas esas prácticas recurren al auxilio
de formas sonoras para elevarse sobre lo cotidiano y
entrar a la transcendencia, al misterio de lo divino.
Como conclusión, comprobamos que en todas las religiones
utilizan la música como manifestación o mediación religiosa.
Un mantra es un conjunto de sílabas en sánscrito
(lengua sagrada del hinduismo y del budismo tántrico)
que se recita un determinado número de veces para
conseguir un logro, que puede ser mundano
(obtener algo, lograr alguna habilidad)
o trascendente ( que en el budismo tibetano
consiste en la iluminación no solamente racional,
sino de la verdadera naturaleza de la mente).
El mantra también puede definirse como un sonido o
combinación de palabras que por su construcción,
significado y ritmo,posee la capacidad de concentrar
la mente, elevandola.
La palabra es sonido. El sonido es vibración.
La vibración es energía.
Según el hinduismo, el mantra Om es el sonido
primigenio del universo, el origen y principio de
todos los mantras.
En la tradición hindú, la función primordial de los mantras
es liberar a la mente del condicionamiento material y
elevar la conciencia a un plano superior o espiritual.
En el budismo tibetano, cada mantra se considera
el sonido correspondiente a un cierto aspecto de
la iluminación y se recita para identificarse con
ese aspecto de la mente iluminada.
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